mira esta niña de aquí soy yo divirtiéndome con un plumero en la cabeza
si esa niña pudiera verme ahora -30ypico años después- me preguntaría solamente una cosa: ¿te estás divirtiendo? Según la respuesta, se sentiría orgullosa o no.
La vida, querida yo del futuro, no es tan seria como la pintas. La mayoría de las cosas por las que vas a llorar no son tan importantes. Tardarás en entender eso, así que solo te pido que hagas lo que hagas te diviertas por el camino y ayudes a otras personas, eso es lo único que va a hacer que todo tenga sentido.
la adolescente soñaba con ser poeta y convertir en versos la vida
en esta foto leía sus poemas semanales con su abuelo Eduardo, el poeta, de quien heredó el don de hablar con el viento:
y aunque el abuelo Eduardo ya tuviera que verlo sentado en una nube…
la adolescente creció y publicó un libro de poesía en 2019, Poesía para almas nómadas, como la suya.
(ni te molestes en preguntar, está agotado)
Lo escribí entre España, África, Inglaterra, Jamaica, Sri Lanka e India. Todos los lugares por los que paseé el alma nómada durante mi tierna década de los 20.
Pero esa historia es muy larga y aunque me encantaría contártela entera, la guardo para los webinars de venta donde me presento a corazón abierto y después te vendo mis cursos de meditación, así que tendrás que venir al próximo. No te preocupes, las desventuras son dignas de escuchar y vender no se me da muy bien. Así que es más probable que salgas del taller con ganas de comprarte un billete de avión rumbo a ninguna parte que con uno de mis cursos.
ya ves que desde pequeña he querido dedicarme a cosas poco monetizables, como llevar plumeros en la cabeza, hablar con el viento o, ahora ya de adulta, guiar meditaciones
esta niña no va a llegar a nada en la vida…
Lo que llegó a mí fue la práctica de yoga y meditación en algún momento entre África y Jamaica, hace casi una década. Me mudé al Caribe para trabajar en el departamento de marketing de una cadena hotelera española y por aquel entonces jamás pensé que podría dedicarme profesionalmente a lo que ahora hago. Simplemente, era una práctica personal. Me ayudaba a ir poco a poco descubriéndome por dentro.
Años después, cuando ya había dejado el trabajo y viajaba sola por India en plena búsqueda de sentido (ya sabes, el peregrinaje yerbas de rigor) llegué hasta un centro de meditación budista escondido en una de las montañas del Himalaya. Ese fue el principio de un camino nuevo. Sentí algo que no había sentido nunca: certeza sobre mi misión en el mundo. El monje pequeñito, que guiaba las meditaciones y daba charlas en las que parecía hablar directamente a los huecos que había en mi alma nómada, nos preguntó un día:
¿Qué es lo que necesita el mundo? ¿Y cómo puedes aportar tú algo de eso a las personas que hay en el mundo?
Me vi de repente sentada en el suelo de una sala con todas las personas que quiero a mi alrededor, ellas sonreían con los ojos cerrados y de mi pecho salía una luz blanca que iba en todas direcciones y entraba directamente en sus corazones.
El mundo necesita conexión, calma, sabiduría, amor. Necesita poesía, belleza, silencio y quietud.
Mira que escenario más idílico para tener una epifanía sobre tu futuro:
Desde ese momento hasta hoy han pasado 5 años, una noche oscura del alma, algunos trabajos más de multinacional y departamentos de marketing y mucha ansiedad. Pero la Verdad que brota en el corazón no puede ser ignorada.
También pasaron miles de horas de meditación y una reinvención profesional. Invertí mis ahorros en el IEMBI de Loca Sabiduría, me certifiqué como instructora de mindfulness y meditación, pasé veranos trabajando en un bar y septiembres volando a India religiosamente. A la Fuente. Al principio de todo. Me mudé al medio del bosque en Galicia, a la que había sido la casa de mis abuelos, desde donde escribo esto. Aquí he hecho realidad el sueño del Himalaya. Y también, el de la niña del plumero en la cabeza.
Sí, me estoy divirtiendo.
Y ayudo a otras personas en el camino.
Y resulta que aquel don de hablar con el viento que heredé de mi abuelo Eduardo ha ido transformándose en el don de hacer que otros se encuentren a sí mismos en el silencio de su corazón. Pero eso ya, te lo cuentan mejor ellos…