
De pequeña quería ser revolucionaria y tenía fotos del Che Guevara colgadas por las paredes de la habitación.
Muchos años después, en el primer centro de budismo tibetano en el que estuve como alumna, comprendí que la verdadera revolución era en realidad ser capaz de sentarse en silencio en una habitación y dejar de huir de ti mismo.
Esas ansias por cambiar el mundo me llevaron a estudiar periodismo porque quería ser corresponsal de guerra, 12 años después acabé emprendiendo y creando una escuela de meditación online. Ahora ayudo a las personas a hacer las paces con sus propias guerras internas como instructora de meditación y mindfulness.
No me gusta demasiado hablar de mi, porque aquí, lo importante, eres tú.